Estas pasadas navidades acudí a una obra de teatro ubicado en el casco antiguo de Valencia, concretamente el teatro Talía.
Durante la Guerra Civil, el Teatro Talía estuvo bajo control del Comité Ejecutivo de Espectáculos Público, al finalizar volvió a manos de la Casa de los Obreros y fue hogar de gran variedad de obras de teatro y espectáculos de todo tipo, hasta llegar a hoy en día. Un espacio cultural en el que se representan obras locales, tanto en valenciano como en castellano.
Inaugurado en el año 1928.
La dimensión del teatro es bastante pequeña, para hacernos una idea de un aforo de 350 espectadores aproximadamente.
Complementado por butacas fijas en la planta baja, un palco en el primer y segundo piso.
Su interior es peculiar por estar caracterizado de un color rojo, y elementos decorativos dorados. Además, arriba en el pórtico del escenario observamos un ornamento arquitectónico de un conjunto de personas.
La iluminación aporta un toque cálido al ambiente. En su techo, encontramos una lámpara ovalada dividida en diferentes secciones.
En cuanto a sus paredes (monocromáticas), de camino al servicio y a la parte trasera del escenario habita un alicatado de un estampado de flores y arcos. De distintos colores, tamaños y texturas.
Acompañado de cuadros de personas exitosas en la actividad escénica.
Por otro lado, sus pilares se califican en un orden arquitectónico dórico griego. El más ornamentado. Es complementado por una decoración vegetal compuesta de hojas de acanto adquiriendo una forma curva.
Para terminar, sigue conservando la enorme fachada con una entrada blindada por un portón grande de madera.